sábado, 30 de septiembre de 2017

EXALTACIÓN DEL XXV ANIVERSARIO DE LA BENDICIÓN DE NUESTRO PADRE JESÚS DE LA BONDAD A CARGO DE D. MIGUEL ANGEL VILLODRES MORALES



I.- INTROITO.-

Me levanté muy temprano
Pues ya no tenía sueño
Me desperté muy temprano
Pues iba a ser pregonero.

Me desperté muy temprano
Con el sutil tintineo
De tus varales de palio
Bajando ya desde el cielo.

Me levanté muy temprano
Olvidándome del sueño
Pues iba a ser contador
De la historia de este pueblo.

Me revestí del azul
De la playas del  Estrecho
Y las entrañas granates
Del paso de su universo.

Me perfumé de azahares
Y me impregné del incienso
Que anunciaba que Jesús
Ya salía a nuestro encuentro
Para llenar de ilusión
El corazón pregonero.

Y un susurro desde el cielo
Repetía, ¡pregonero!
¡Ponte tu túnica blanca!
¡Vístete de nazareno!
Que está escribiendo la Mancha
Nuevamente el evangelio
De ese Misterio de sangre
Y esa Madre que es consuelo
De sus hijos flagelados
Que ya les llegó el momento
De escuchar a Miguel Ángel
Soltar sus coplas al viento…

Y cogido de la mano
Del consuelo de mis sueños
Cantaremos mil plegarias
Anunciadoras del sueño
De este cofrade caballa
Que es manchego en tu cortejo…

Alerta al corazón, porque ya está la tarde ciudadrealeña ofrendando su luz hacia el Prado, con los mejores y más delicados soles de septiembre. Alerta la palabra, soleada y nazarena en su esplendor, que galopa por las filas del romance hecha clamor rojo de letanía, sintiendo la acogedora compañía de Nuestra Madre del Consuelo. A ti te hablo, Ciudad Real, señorial de los más bellos sueños, donde cantan ya a la sombra de los árboles los recuerdos de septiembres pasados. Porque habrás de saber muy pronto, que entre los aires tibios de tus calles, en el arrullador verdor del Prado, en la fronda tintada de esperanza del Parque, en las Terreras o en la Merced, todo nos hablará de El. Y tendremos que volver a Ciudad Real…

Volver a la Mancha, volver
Con la ilusión renovada
Con el alma enamorada
De un nuevo y bello querer

Volver a la Mancha, poder
Tomar la senda segura
Nobilísima andadura
Felicísimo camino
Que tiene fin y destino
A los pies de su figura.

Volver a la Mancha, sentir
Mientras cruzo la bahía
La contagiosa alegría
De un dichoso sin vivir

Volver a la Mancha, latir
Mi corazón nuevamente
Desasosegadamente
Por las ansias de llegar
Sabiendo que he de encontrar


El cielo, dichosamente
El cielo resplandeciente
Ciudad Real de tus campos
En donde el tiempo se para
Feliz y divinamente
Para hacerse confidente
De tus secretos mejores
Y compartir con las flores
Tus angustias y tus penas
Mirando tus manos llenas
De llantos y sinsabores

Volver a la Mancha, soñar
Con ese ayer, ya lejano
O quien sabe si cercano
En quien le vine a ofrendar
La pobreza de un cantar
Hecho de coplas sinceras
A los blancos de azucenas
Y a los divinos encantos
Que propiciaron mi canto
A la Patrona Morena.

Volver a la Mancha, traer
El recuerdo emocionado
De un cantar enamorado
Que a la Señora canté
Y por eso ya despega
De su dique en singladura
Esa barca enamorada
De su divina figura…

La barca de mi ilusión
Se hace en septiembre a la mar
Un trémulo suspirar
En la caña del timón
El latir del corazón
Soplo del viento en la vela
El mar es una acuarela
De verdes azulmarinos
Sobre la mar sin caminos
Deja mi barca una estela

Una estela de blancura
Mi barca en su caminar
Y un salado salpicar
A poniente por su amura
Sueños de una singladura
A la Mancha desde Ceuta
El sol en su mediodía
Vertical a un mensajero
Celéstico, marinero
Y azulada letanía.
La barca de mi ilusión
Se hace en septiembre a la mar
Porque le quiere cantar
A su Cristo su pregón
Y no le falta patrón
Que gobierne su andadura
A Santo Tomás le guía
La valiente gallardía
Que dice su singladura…

Cuando el Pozo de don Gil
Quiso que lo conquistara
Alfonso décimo el sabio
En tierras de Calatrava
Y Villa Real crease
Con la luz que hay en su cara
No pudo darnos el cielo
Mejor Madre Inmaculada

Esa Madre soberana
Que es salud de nuestra gente
Y fuente de salvación
Que nos trae con el relente
Sobre su paso de plata
Que cobija con amor
A la Bondad flagelada…

Quién pudiera mi Señora
Ser varal de tu paso
O tu sayal, tu corona
Y dormirse en tu regazo


Ay quién pudiera fundirse
Como cirio de tu paso
Y consumirse contigo
Como cera en un abrazo
Quien pudiera perfumarte
Como clavel, como nardo
Difuminar tu fragancia
Calle a calle, barrio a barrio

Como corona tendrías
Ilusiones, sueños, gozos
Corazones impacientes
De encontrarse con tus ojos

Quién pudiera ser la flor
De la que adorna tu paso
Y acariciar a tus pies
Que se enredan como nardos

En tu paso eres fulgor
Y en tu altar eres lucero
Mi Señor de la Bondad
Que humilde siempre te veo.

Llena de luz mi destino
Dame con tu amor la calma
Y de amor siembra el camino
De mi vida y de mi alma

Que aquí comienza el pregón
Eleva sus zancos de tierra
Invocando a su Patrona
Que es dulcísima princesa
Quiere el verso pinturero
Entregarte como ofrenda
El aroma de las flores
Que en tus jardines pasean

Gracias te doy, Señora
Porque fuiste mi bandera
Que una tarde de otoño
Quiso llamar a mi puerta

Que estando Madre tan alta
Bajaste a estas veredas
Ofreciéndome tu mano
Me pediste que escribiera
Y yo ante esa llamá
De un buen hombre de esta tierra
Contigo me puse a andar
Cargando mi cruz a cuestas
De la mano de la Reina
De los cielos y la tierra
La que ara y luego siembra
Del corazón mis praderas

De la que hablan mis labios
Sin que mi boca se mueva
El azahar que florece
Sin que se haga primavera
El agua de donde bebo
El fuego que a mi me quema
La tierra de donde vengo
El aire que a mi me lleva

Gracias te doy, Prado
Porque fuiste mi bandera
Eres la fiel compañía
Mi Señora Soberana
Que desde tu camarín
Vas inflamándome el alma.

Ya renace una plegaria
Del plateado de tu paso
Y en esa anhelante espera
Invaden nuestros sentidos
Aromas de primavera
Del incienso que perfuma
A las calles y plazuelas
Del aroma que se funde
Con la brisa que refresca.

Bajo el cielo inmaculado
Revolotean golondrinas
Que esperan llegar tu paso
Por recorrer tus esquinas

Y es que Ciudad Real cristiana
Proclama a los cuatro vientos
Que es cofrade y es mariana
Y que en Santo Tomás tiene
A la Bondad flagelada.


Queridos hermanos, este tiene que ser vuestro pregón, además del mío. Todos, cada uno de vosotros, os aseguro que habéis pasado por mi mente durante la redacción de esta exaltación.

Tenéis que dejar escapar ese ave inagotable que no deja de revolotear en vuestro interior y que cosquillea incansable en nuestras entrañas cuando lo miramos de frente.

Aquí me tienes una vez más ante tus plantas, agradeciéndote tantos favores obtenidos para mi y los que me rodean; por tanto amor derrochado se hacía impensable que me negara a este encuentro entre hermanos…

Vengo buscando tu imagen
Mi buen Jesús Nazareno
Vengo a Ti con toda prisa
A comenzar con mi reto.
Como en una nueva Pascua
Tu bendición requiriendo
Pintando todas las calles
Con mis versos pregoneros.
Confiando en tu mirada
Olvido de todo llanto
De prisas y nerviosismos
Comulgando panes ácimos
Entregado a la suave
Caricia de tus dos manos
Esas manos que se apoyan
A tu dolor flagelado.

Llego y sales a mi encuentro
Tu regio altar olvidando
Dejas tu elevado trono
Y buscas otro más alto,
El corazón de tu pueblo
Que lleva tanto esperando
Que bajes a nuestra tierra
Para apagar nuestro llanto.

Bajas porque no te engañan
Ni el tiempo ni el calendario
El sábado entre las mareas
De cofrades y de hermanos
Saldrá un galeón con tu nombre
¡Siempre tu nombre en mis labios!
Proclamando tu victoria
Sobre el dolor y el quebranto
Un navío con tu nombre
Como aquellos que cruzando
De puerto a puerto africano
Sobre ese mar estrechado
Iba buscando, Señor
Volver de nuevo a tu lado
Y arrodillarme ante Ti
Y darte todo lo hallado
Y buscar una razón
Para proseguir luchando
Por el vaivén de la vida
Que hasta Ti nos va llevando.

Cambia el tiempo, no el deseo
No es oro, mis versos traigo
Me he enrolado en un navío
Tu nombre viene mandando
¡Qué buen nombre te pusieron
Cristo Rey del Universo
Nazareno Flagelado
Enamorado de un pueblo
Que espera ser rescatado!.
Vengo a buscarte, pues se
Que siempre el que te ha buscado
No lo despreciaste nunca
Cual decía el franciscano.
La misma seguridad
Tengo cuando afirmo y canto
Que buen nombre te pusieron
Cristo Rey del Universo
Nazareno Flagelado
Enamorado de un pueblo
Que espera ser rescatado.
Ando yo por este mundo
Perdido en mis arrebatos
Sin saber donde me lleva
El río de mis pecados,
Diré para no perderme
Mientras agarro tu mano
Que buen nombre te pusieron
Nazareno Flagelado.
Vengo yo a verte a la iglesia
Buscando tu voz, tu abrazo
Y en el altar yo me encuentro
No solo con lo esperado
Sino con la inesperada gracia
De tu nombre sin naufragio.
Qué buen nombre te pusieron
Nazareno Flagelado
Mi Señor de la Bondad


El manchego más humano.
Con tu nombre por bandera
Estoy ya seguro a salvo
Timonel de mi Consuelo
Que ya conduce mi barco,
Me apunto a ser marinero
En las playas de tu mando
Qué buen nombre te pusieron
Nazareno Flagelado.

Navegaré ya contigo
Por los mares que despacio
Llevan vida hasta los puertos
De nuestro feliz descanso,
Yo ya descanso en tu nombre
Por tu nombre navegando
Qué buen nombre te pusieron
Nazareno Flagelado
Mi Señor de la Bondad
El manchego más humano.

Aquí está tu pregonero
Para ejecutar Tú encargo
No te importe a ti el esfuerzo
Que supone tal recado
Tu deseo pinturero
De bondadoso cristiano,
Tienes mi voz lo primero
Pídeme, que ya he encontrado
La fuente de inspiración
Con lo que tienes al lado
Esa Madre dulce y buena
Que acompaña tu dolor
Y nos hace que las penas
Vayan cambiando el color.

Pídeme, aunque no soy nada
Que la fuerza de lo alto
Viéndote tan cerca mía
Será lirio enamorado.

No me pidas la riqueza
De unas potencias de oro
Que tan brillante tesoro
Adorna ya tu cabeza
Desde que pisaste el suelo
En tierras de Galilea.
No me pidas que te traiga
Un paso pa´ tu salida
Pues el miércoles, ese día
Que sale tu cofradía
Tienes tallado un altar
Con candelas encendidas.
Tu finura no me exija
Música que ya la tienes
Impregnada en los vaivenes
Del palio que la cobija
A esa Madre que te sigue
Y nos protege día a día.

Vengo a cumplir tu deseo
Vengo a complacer tu encargo
Vengo a llenar el compás
Tus virtudes pregonando
Tu cofradía viene a ti
Tú te acercas con agrado
En este año te ofrece
Un soñado aniversario
Yo te ofrezco la palabra
Sólo de eso me ha dado
Tiempo en estos pocos años
Que he dormido en tu regazo,
Junto a tu pecho escribiendo
Ibase el pregón gestando
Yo en mi casa suspiraba
Tu en tu altar escuchando
Me lanzabas por el aire
Rimas que iba engarzando.
Puedo hablar mucho de ti
Más me hace falta tu mano
Quiero que mes tan solo
Para este esfuerzo cansado
Una venia, un permiso
Nazareno Flagelado
Una ilusión que tenía
Que va a cumplirse en el acto
Antes de decir más nada
Antes de seguir hablando
Antes de darles las gracias
A esos que me ayudaron
Antes de ofrecerme a ti
Dice el corazón cansado
Que le dejes que te muestre
Que así bien podrás premiarlo
Todo el amor que te tiene
Tu pregonero cansado.


Aquí me tienes, Señor
Estoy dispuesto a rezarte
Quiero ser tu cirineo
Pa´ poder acompañarte
Acompañarte el camino
Que nos lleva presuroso
A comenzar el pregón
Que yo te he escrito con gozo.

II.- PRELUDIO.-

Cuando la tarde se moría en los vértices del tiempo, cuando en los arbores de octubre y las postrimerías de noviembre salías a la calle lleno de Bondad cargado con tu Cruz en el Carmen de San Leandro, aquel 28 de octubre se rompió la monotonía de mis días, Nuestro Hermano Mayor tenía que anunciármelo oficial y formalmente, pero, yo sabía que tu Padre me lo iba a poner fácil; en tu primera levantá dejaste caer un estatis morado a mis pies, como rubricando el compromiso, yo te pedí entre lágrimas que nublaron mi vista un poco más, y Tu como siempre me contestaste.

Sabía y estaba más que seguro que tu Padre haría lo posible por brindarme este momento, y ahora que lo tengo en mis manos no quiero ni voy a dejar que se escape de ellas, quiero acariciarlo y hacerlo mío, perderme entre las anillas de tu columna aunque sólo sea por un instante y otear tu gloria desde la gloria.

Tu Padre, que nunca falla, me ha puesto delante de Ti, a solas, porque estoy en deuda contigo desde que descalcé mis pies aquel miércoles Santo de 2001; te hablaré bajito, como un niño pequeño, como un nazarenito de tu cortejo…

Porque tu Padre así lo quiso me puso delante de ti, pero ahora me dejo acurrucar por tus manos y en este momento se está tan bien, Señor de los espacios infinitos, que ni me salen las palabras.

¡Mírame, Señor, mírame! Esta mañana vine a verte temprano, fui como todos los días a pasear de tu mano, Tu que eres mi vida, y como soy tu hermano necesito tu presencia para seguir caminando.

Lo tengo fácil o difícil, según se mire, pero creo que lo más sensato será recordar lo vivido y como los sueños son los sueños, volveré a estudiar a Ciudad Real otra vez.

Cuidado con Él, Padre le llamamos sus hijos, os va a comprometer a poco que os descuidéis, os va a complicar la vida. Porque estos sueños y recuerdos que vamos a vivir y rememorar, a primera vista corrientes, normales. ¿Sabéis de dónde provienen?

Pues derivan de que sus hijos se han jugado la vida a las bazas del amor y la humildad con retazos de paciencia; por eso son pedazos de vida, tiras de piel, latidos del corazón profundo…

Dios te salve, Consuelo, Madre del Señor de la Bondad, Hijo de Dios vivo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Bravo León de Judá que entra triunfal en la Merced como cada Miércoles y nos salva.

Dios te salve, Consuelo, Ciudad Real está contigo y acogida tu eres en todas las casas, en todas las iglesias, en todos los corazones, en el aire y en la historia.

Y Bendito otra vez y siempre el que nos trajo tu persona, el Dulce Brote de tu vientre, el Señor de la Bondad, el que lloró al ver la nueva Jerusalén, el que venció a la muerte, Jesús Resucitado, motivo y eje de nuestra gloria, entusiasmo y amor por Ti, porque eres intercesora entre nosotros y El.

El que después de ser malherido, flagelado, descarnado, dejó su cuna para venir a ser mimado, curadas sus heridas con el aceite del cariño y el vino de la hermandad, y mira por donde, hoy tienes un templo donde te veneran tus hijos al amparo del santo de los Infantes, junto a tu hermosa Madre.

Fue a las  diez  de la noche aproximadamente y llovía de verdad. Era una tarde lluviosa cuando dejaste Sevilla y llegaste a Ciudad Real. Nunca más volviste a tu casa de siempre, si acaso la soñaba desde el escaparate de la calle Goya en esa capilla improvisada en la que te conocí.


Que nunca dieran las diez
En los relojes del tiempo
Que la tarde no acordara
Besar tu último aliento,
Que volvieran a buscarte
Saliendo en tu cortejo
Nazarenos con sus niños
Y tus buenos costaleros.

Que te ciñeran de nuevo
Esa soga sobre el cuello
Que te echasen a la calle
Como un proscrito del templo,
Que te aclamasen a gritos
Tus hermanos y tu pueblo
Queriendo contar Tú historia
Escrita en el sufrimiento
Que nunca dieran las diez
En los relojes del tiempo
Que la noche no esperase
Ser madrugada de sueños,
Que no tuvieses un paso
Con que alimentar el rezo,
Ni siquiera un altarito
Para salirte al encuentro.

Que no quedase ni una
De las piedras de tu templo
Que tu boca malvaloca
De esperas sin remedio
Se secase con la hiel
Del timón de los desprecios.

Que tu rostro descarnado
Templanza de los desvelos
Fuese astilla mancillada
Con el escarnio más lento.

Si todo esto ocurriese
Señor de mis sentimientos
Por el cielo que te hizo
Te juro en el evangelio
Que esta gente de tu tierra
De mi pueblo del recuerdo
Volvería hasta tus plantas
A venerarte de nuevo,
Se enfrentaría al demonio
De los más hondos infiernos
Para sacarte adelante
Como lo hizo hace tiempo
Como si fueras su sangre
Señor de forjado empeño
Como si fueras la vida
Que en sus pulsos va latiendo,

Todo Ciudad Real volvería
A reclamar tu universo.

Vas por delante del alma
Como aquel verbo primero
Aprendiendo en el regazo
De maternales desvelos,
Por encima de pasiones
Vertidas sin fundamento,
Fundida en los corazones
Como se funde aquel leño
En la llama incandescente
De la hoguera de los sueños.

Vas grabado en la conciencia
Superando el sufrimiento,
Tu nombre va más allá
De ser el Dios de este pueblo.

Eres el Padre Bendito,
El Consuelo, el Alimento,
El pañuelo del que sufre,
La salud de los enfermos
Y Fuente de vida eterna
Y Alivio del sufrimiento.

Eres el Padre Bendito,
Devoción de mis ancestros
Que han sabido así llevarte
Por los anales del tiempo,
Rezándote sin descanso
Al calor del Padrenuestro.


Dice la fe de bautismo
En Ciudad Real están mis cimientos
Soy tan libre como el mar
Cuando se peina en el viento
Y mis pulsos van prendidos
Con devoción de silencio.

Así el pueblo te reclama
Señor de columna y credo
Repitiendo una y mil veces
Llevándote siempre dentro
Como una frase en las velas
Del barco de su universo.
Ciudad Real es mi cuna
Soy Bondad y Sufrimiento.

Lo has sido todo, Señor
Bastión de fe y alimento
Confesor de los pecados
Cómplice de los secretos
Que en lo más hondo del alma
Guardamos entre silencios.

Por eso Tú no hagas caso
Si escuchas soplar al viento
Con cantinelas que burlan
La razón de tu misterio…

Ciudad Real es mi casa
Soy Bondad y sufrimiento.

Un ángelus flagelado
Está llamando a la puerta,
Treinta monedas de plata
Se posan sobre la tierra,
El Espíritu del mundo
Enciende su Luz eterna
Acunándose en la gloria
De la pasión de esta tierra.

En tus calles, Ciudad Real
El verbo se hace promesa
Y la ceniza del miércoles
Es semilla en nueva senda,
Llegó la hora esperada
La eternidad que comienza,
Una voz estremecida
Te está diciendo, ¡Despierta!
Has sido Tú la escogida
Tú, Niña ciudadrealeña
Tú con la savia bendita
De tu cielo en primavera.

Te han soñado en las alturas
Moldeando tus fronteras
Coloreando tus calles
Y abriendo tus ventoleras
Haciendo que se iluminen
Las plazuelas y callejas.

Que se sonrían tus fuentes
Con la claridad inmensa
Del agua de tu bautismo
Moro, cristiano y mudéjar.

Te crearon en el cielo
Con la esperanza más cierta
Entre el sonar de las olas
Y corazones de estrellas.

Muy manchega en tus hechuras
Con el alma nazarena
Y en tu espíritu la forja
De la pasión cofradiera.

¡Despierta, Ciudad Real!
¡Que están llamando a tu puerta!
Dale gracias a la vida
Que nacerá de tus piedras.

Al Dios que quiso que fueras
Su camino en penitencia,
Haciéndote manto grana
De la Niña que te espera.

El quiso que fueras fuerte
En tu madrugada eterna
Para beber el rocío
De tu santa penitencia,
Dale las gracias, mujer
Porque quiso que sintieras
Las llagas de sus heridas
En cada trabajadera.


Te dio su salve rendida
En la fe que Tú le entregas
Haciéndote cruz de guía
De su celestial vereda
Y se hizo nazareno
Por calles y callejuelas.

Y fue encaje en tu pañuelo
Para consolar tus penas,
Te dio su mirar intenso
Para que la luz naciera
En los ojos del que sufre
Cegado por las tinieblas.

Te lo dio todo, mujer
Y todo para que fueras
La cuna de su cobijo
Y el sudario de su espera.

Por eso, Ciudad Real
Dale las gracias y reza
Veinticinco años dormidos
En tu regazo despiertan,

Un ángelus flagelado
Está llamando a tu puerta
Bendito el sueño que hizo
Soñar a tu primavera
Y vestirla de azahares
Y llenarla de querencias
Y trenzar las humildades
En calladas penitencias.

Porque el cielo así lo quiso
Ciudad Real, levanta y despierta
Dios se queda en ese altar
Bendita gloria en la tierra.

III.- PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS.

Es para mí un alto honor el haber sido nombrado pregonero del aniversario de Nuestro Sagrado titular. Atrás han quedado aquellas horas cálidas que el pregonero vive después de su nombramiento, entre las manifestaciones de afecto y buenos sentimientos. Después el frío de la noche helada de la responsabilidad te invade el corazón y el alma.

Después de transitar varias veces por el desierto de la oscuridad, arropado por el llanto de la búsqueda, cansado de buscar, derrotado por mi incapacidad, divisé un oasis, un venero fresco donde brotaba el agua de la inspiración, era el agua de la humildad, de la profundidad, de la sencillez, del amor. Ese oasis estaba en los ojos del Señor de la bondad cuya agua fresca de vida sació la sed de inspiración y me indicó el camino.

Por eso quiero que la voz de este pregonero se levante para cantar, para glosar, para proclamar la maravillosa realidad de esta cofradía. Quiero convencer a los convencidos, cantar lo que otras veces se ha cantado, buscar brillos diferentes, dejar una retahíla de fechas y acontecimientos para otros foros, hoy hablaremos de la Hermandad, de sus vivencias.

Quisiera tener la palabra del poeta, quisiera entonar el lamento de una saeta, ser el pregonero que cante el valor de lo divino, las pasiones de lo humano y el fervor de este pueblo a esta cofradía. Palabra y voz de poeta, pues el amor es poesía y el amor viene de Dios.
           
Llevo meses pensando y dándole vueltas a Tu aniversario, llevo meses dando forma a un pregón o exaltación, como queráis llamar, para mi hermandad querida y añorada. Después de mucho pensar, una tarde al despertar de la siesta, el aire tibio y la luz del sol vespertino entrando por mi ventana me trasladaron a mi casa de la calle Sancho Panza, cuando tras descansar un rato de vuelta del Hospital de Alarcos me iba para la calle Goya a esa casa tan llena de recuerdos, de buenos y malos momentos, como la vida misma, donde con mis amigos y hermanos aprendía en una segunda etapa a ser cofrade; aprendía a ser persona y a hacer hermandad día a día.

No puedo continuar mi disertación sin agradecer de todo corazón a mi Hermandad de la Flagelación y a su Hermano Mayor, Emilio, el grandísimo honor que supone para mi realizar esta exaltación a nuestro querido Señor de la Bondad y, cómo no, agradecer las palabras de elogio de la presentación de nuestro hermano José Ignacio de las que para nada soy poseedor y hacen que junto con vuestro apoyo hoy en este templo me empujen un poco más a seguir con mi labor pregonera…

RVDO. PADRE, DIRECTOR ESPIRITUAL.
HERMANOS MAYORES Y JUNTAS DE GOBIERNO.
EXMAS E ILMAS AUTORIDADES.
COFRADES Y HERMANOS EN XTO.


Es septiembre y parece marzo, esta tarde podría ser primavera, acabamos de vivir unos días muy cerca de la Morena del Prado y ya están la Pastoras recogiendo sus rebaños.

Rememorando tu historia, me doy cuenta de que ya voy teniendo una edad, pero edad no son los años que tienes, sino la forma de vivirlos, la vida depende de la intensidad con que se vive, no sólo de su extensión, y el que ha estado siempre a Tu lado ha vivido intensamente.
Va ya para dieciséis años que no los veo a diario, no puedo dar mi paseo vespertino y visitarlos junto con mis hermanos; no podéis imaginar lo duro que se hace no poder estar con ellos y con quienes los rodean, los cuidan y los miman cada día.

Durante largo tiempo, me he visto privado de la íntima satisfacción de impregnarme de la cuaresma de Ciudad Real; de inhalar por mis poros el aroma de incienso mezclado  con el olor de las flores que brotan en tu Prado. En la distancia me he imaginado los actos de culto; montaje de pasos, túnicas preparadas, recién planchadas, recostadas en el respaldo de un sillón, capirotes impávidos ante la mirada atónita de los que pasaban por mi casa…

He imaginado en fin, Ciudad Real. Y casi sin querer mi mente se traslada en el tiempo; retrocede a años pretéritos, muy duros para la supervivencia de las hermandades; donde la atonía y escasez de recursos, humanos y económicos, sólo permitían mantener encendidos pequeños  rescoldos, de un fuego que, luego, ha inflamado e impulsado, con pujanza y largueza la realidad que hoy tenemos ante nuestros ojos. Pero ese milagro tiene blasón, nombres propios; tiene el carisma del quehacer modesto y callado que sin pretenderlo ha hecho historia, ha dejado su impronta en el libro de nuestra hermandad. Ellos fueron artífices, en gran manera, del esplendor de nuestra hermandad en estos tiempos modernos. Desde aquí mi homenaje y agradecimiento, así como el nuestro, cofrades de la Flagelación, pues creo recoger el sentir de gran parte de los que escucháis mis palabras. Seguro que los que se han ido ya, desde su atalaya celeste, están dando indicaciones a los mayordomos para que se ajuste una jarra, se apriete bien un varal, se coloque derecho algún cirio, o están dirigiendo alguna oración a su Cristo o a su Virgen.

Pero si estos últimos veinticinco años la hermandad se sostiene, continua y se renueva, es gracias a la labor callada y abnegada de nuestro Hermano Mayor, Emilio, que siempre se deja guiar por Nuestra Patrona desde su camarín.   Para ti querido amigo…

La Patrona y Soberana
Que a sus hijos alimenta
Con el pan que nos reparte
Y que su Hijo nos deja
Escondido en los sagrarios
Y en los viriles de perlas.

Quiero pedir por mi gente
Por mi pueblo y mi simiente
Por los niños que te rezan
Y los que nunca te mienten
Por los que lloran de pena
Y los que ríen sin verte
Por los que no me condenan
Y se dejan a su suerte.

Por los que ya se me fueron
Por los que vienen a verte
Con plegarias y recuerdos
Con su dolor penitente
Con el cariño en sus ojos
Y el clamor de sus enojos
Con el dolor penetrante
Y la salud de tus gozos.
Con la vida que Tú das
Al que te reza con paz
Y el que calumnia en un pozo
El que te vuelve a rezar
Y el que maldice tu rostro
El que sabe donde va
Cuando eres su reposo.

Por Patrona, el Padre Bueno
Cuando se muere la tarde
Lleva en su alto canasto
Un repique de alamares.

Baja del cielo, y su paso
En el pulso del cofrade
Viene buscando el rescoldo
Del sol, aún en destellos
Que ya se viste de cielo
En la túnica y el cirio
En la plumas cimbreantes.

Baja del cielo el Señor
A hombros de sus cofrades
¡Siempre a pasitos cortos!
¡Siempre mira que elegante!
Que así camina el Señor
Cuando baja a pasearse
El miércoles por la tarde.

Sus costaleros, hermanos
Gustan el sabor inmenso
De ese pretorio que nace
A la luz de cirios ocres
Y al olor de los rosales.


Mis hermanos, costaleros
Saben que al caer la tarde
El silencio de las calles
Es su mejor homenaje.
No hay Señor, no hay nadie
Que baje como Tú a las calles
En una chicotá eterna
Por derecho, siempre alante
Llevándote a sus espaldas
Junto a sayones sin madre.

No hay Señor, no hay nadie
Que te lleve en ese paso,
Cortando, Señor el aire
Con esas manos atadas
Al cimbreo de tus fanales
Y desafiando al tiempo,
Enamorando a tus hijos
Y pintando con tu pelo
Temblores de noche oscura
En el sol de mi universo.

En el sol que ya se muere
Cuando te ve por la tarde
Bajando por las Terreras
A hombros de tus cofrades…

Es mi Patrona, Jesús
La que te ve cada año
Cuando bajas a la calle
La más cofrade del barrio.
Cuando desde Camarín
A Vía crucis vas buscando.

A mi Patrona, Señor
A Tu Madre, soberano
Le dan penita esos pies
Sin abrigo y sin descanso.
Le duelen, si, Padre Bueno
Porque el relente va helando
Cuando en suspiros de gloria
Te ve caminar descalzo.

Le duelen, mi Padre Bueno
Y no consuelan su llanto
Ni las saetas hermosas
Ni el fervor de los aplausos.
Le duelen, mi Padre Bueno
Esos pies tan humillados
El flagelo que te abate
Y el sudor que va sangrando
La frente que Ella besara
Cuando eras sólo un niño
Jugando con sus enaguas.

Le duelen, mi Padre Bueno
Esa espalda y esa sangre
Porque tendrá que besarla
Cuando llegues al calvario.

A mi Patrona, Señor
A Tu Madre, Soberano
Le dan penita esos pies
Sin abrigo y sin descanso

Por eso dejó en mis manos
Un puñado de besos
En mis labios repujados
Y me pidió que en tu barrio
En el altar de sus glorias
En su camarín tan alto
Me pidió que los pusiera
Sobre tus pies, Hombre Santo
Y lo que dice mi Madre
Como soy muy aplicado
Lo que Ella a mi me dice
Eso es ley, y yo lo hago.
Por eso yo estoy aquí
Por eso ya lo he besado
Porque esta flor de los prados
Es la que abriga su pecho
Y su vientre inmaculado
Y sus brazos que acunaron
Tu vida, mi Padre Bueno
Cuando eras sólo un niño
Jugando en su regazo.

Aquí la tienes, Señor
Para que abrigue tus pies
Cuando el relente callado
En la noche venga helando.


Yo he cumplido con lo mío
Cumple ahora Tú, Hombre Santo
Cumple ahora con tu Madre
Y que no la vuelva a ver
Cuando bajes por su calle
Entre suspiros amargos.

Que es la Reina de la Gloria
De la sonrisa y del nardo
Que mi dulce emperadora
Nunca debería llorar
En su camarín tan alto.

Llégate Tú una tarde
Y convence a mi Patrona
Para que el miércoles santo
Todos sus hijos al lado
La veamos sonriendo
Cuando pases flagelado.

Vuelve por allí una tarde
Devuélvele Tú mis versos
Dale un besito a tu Madre
Y consuélale esa pena
Pa´ que nunca un nazareno
Tenga que decir que llora
La Madre de los Manchegos

Al verte el miércoles santo
Cruzando por camarín
Entre sayones y cantos
Entre plumas y flagelos
 Y relinchos de caballo.

Por eso yo a Ti te pido
Mi Señor de la Bondad
Mi Celestial Padre Bueno
Que toda Ciudad Real
Pueda ver su camarín
Brillando como un lucero
Cuando pases por delante
Y se refleje en tu pelo
Cuando tus hijos te lleven
En su levantá hasta el cielo.

IV.- EL COMIENZO.-

Si yo pudiera parar el tiempo
Igual que se paran las olas del mar
Yo pararía en este momento
 Aquellas bambalinas que saben redoblar
En mis sentimientos.

Y hacen que sin remedio
Mis sueños vuelvan aflorar
Y suban a su columna
Chicotá tras chicotá.

Esta historia comienza con veinticinco años de menos, ¡Qué barbaridad!, lo mejor de una vida, la juventud, ese tiempo tan feliz en el que se ve todo color esperanza, en el que se van forjando nuestras vidas y nuestros corazones, preparándose para afrontarla. Esa vida que pasa y no has notado que has vivido cuando ya ha pasado.

Queremos parar el tiempo
Y no queda más consuelo
Que recordar los momentos
Que nos ha regalado el cielo.

En otro tiempo que, Dios, no tenía cuerpo ni figura, no podía de ningún modo ser representado por una imagen. Pero desde que se hizo ver en la carne y ha vivido con los hombres se puede hacer una imagen de lo que se ha visto de Dios.

Con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Señor…

La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración.

¡Dónde si no en las mejores- por más sagradas- de nuestras imágenes, se muestra esto de forma más complicada y al mismo tiempo más accesible!

Así tuvo que verlo ese joven sevillano, Fernando Castejón, cuando lo concibió en su imaginación y le dio vida con sus manos sobre la arcilla.


En la tierra sevillana
Con mandato en las alturas
Fernando Castejón tallaba
Astillas de gloria pura
El ángel de la madera
Que en las alturas se apura
Contagiando vida eterna
Susurrándole a las gubias
Exhaló con un suspiro
Un puñado de virutas
Dibujando una columna
A los pies de su figura.
Imagen y semejanza
De aquel que entre establo y mula
Vino a derramar amores
Al hilván de sus costuras.

Espejo de bendiciones
Un pañuelo de venturas
Respondiendo a las plegarias
Huérfanas de la ternura.
Las estrellas de alabanza
En un rosario de espumas
Iban mostrando el camino
De su pesebre y su cuna
Diciembre se volvió abril
Y palideció la luna
Con la candela que en ascuas
Brillaba por las alturas.
Un Dios flagelado y bueno
Luciérnaga entre las brumas
Se entregaba por entero
Como un racimo de uvas.
Pastor de redes sin fondo
Pescador en la penumbra
Un óleo de eternidades
Que cicatriza las úlceras…

En olor de multitudes
Con hosannas y aleluyas
Ciudad Real se abrazaba
A la verdad absoluta.
Por fin un Padre abrigando
Esas penas que una a una
Se derriten como cera
Al paso de su figura.
Bendito seas, Señor
En la Mancha tu hermosura
Bautizaba don Eugenio
Mientras se dormía la luna.
Bendito seas, Señor
Ciudad Real se deslumbra
Con el candil de tus sienes
Que es el faro en su penumbra
Pero Señor de bondades
Danos respuesta a las dudas
Que la noche de tus ojos
Desconcierta hasta a la luna.
Que la hermandad se consume
Cuando el silencio te acuna
Y te apoyas sin chistar
En esa fría columna.


Yo soy Señor de bondad
Ciudad Real es mi cuna
Soy consuelo de los males
Y el alivio de las culpas
Soy entrega, soy desvelo
Y me bebo la amargura
De las penas de mi pueblo
Con un rosario de espumas.

Yo soy Señor de Bondad
El padre de los designios
El que carga con las penas
Sin papeletas de sitio.

El que de amores se muere
El del color de los lirios
El que en su sudario lleva
Todo Ciudad Real cosido
Con hilvanes de promesa
Y devoción en sus hilos.

Yo soy Señor de Bondad
Aquel que te da el pellizco
Cuando alzas la mirada
Descubriendo en su martirio
Que por su pecho trasminan
Las puertas del paraíso.

Yo soy Señor de Bondad
En este templo yo vivo
Y la Madre del Consuelo
La Madre de mis delirios
La hermandad de mis amores
Cuida la fe que ha nacido
Entre prados y campiñas
De paraísos perdidos.

Yo soy Señor de Bondad
Soy la Gloria de Dios vivo
Y en Ciudad Real me quedo
Por los siglos de los siglos.

Una tarde-noche tras visitar el convento de las Hermanas de la Cruz en la Plazuela de Santiago salí paseando con Javi  Ruiz, me dijo que me iba a llevar a una casa de hermandad que me iba a gustar, y allí fue dónde te conocí, Señor de la Bondad…, tanto me gustó. Me impresionó su ambiente y las gentes que allí conocí que no tardé en ser uno más de ellos, me acogieron con cariño y me enseñaron a quererlo…

Por eso buenos hermanos
Yo dedico estas letrillas
A esos hombres y mujeres
Y a la gente tan sencilla
Que trabaja con amor
Poniendo todo su empeño
En que to´salga  mejor.

Por eso sabed hermanos
Que todo este esfuerzo nuestro
Se hace por el Soberano
Ese Cristo Dulce y Bueno
Que nos bendice y nos guía
En su trono pinturero.

Tiene veinticinco años
Y sigue calando igual
Que el día ese que vino
Al seno de su hermandad.

El día que a Ciudad Real llegó
Deseó para sus hijos
Una vida llena de amor
Una vida sin problemas
Que nos hiere el corazón.

Llegó sin su canastilla
Sin sayón ni capataz
Sin romanos ni caballo
Y sin tener un altar.

Ahora tiene un ajuar
Digno de cualquier Señor
Porque es el Rey de los cielos
El que viene en nombre de Dios.
Anhelaba nazarenos
Acólitos y capataz
Y a sus hijos costaleros
Esos que dan su rodilla
Pa´que reparta su luz
Su Cristo en su canastilla.

A los que miran la carga
No como algo costoso
Sino como gloria bendita
De esa gente que lo arropa.

A los que no tienen nada
Porque cargan con el peso
Del Redentor que nos salva.

A los que no encuentran lógica
Y van una por una
Chicotá con una marcha.

A sus hijos costaleros
Que hace veinticinco años
Pusieron sobre sus hombros
Al Dios Bueno y cariñoso
Que para ellos supone
No un esfuerzo, sino un gozo.

Momento casi de hechizo
Que sigue el brillo del astro
En sus lucientes potencias
Y el brillante candelabro
Es la verdad que se afirma
Cada miércoles santo
Al salir por estas calles
El misterio más humano
Que procesiona en la tierra
Donde a mamá, llaman Prado.


V.- MI CRISTO MORENO.-

Yo te quiero en Santo Tomás, desde que te ví te soñaba en tu altar de la parroquia, desde que te conocí en la casa de hermandad en un altar improvisado con todo el cariño de tus hijos, con cuatro cortinas de damasco granate y algún cirio, y siempre con flores frescas a tus plantas.

Ahora te tenemos en el altar de Santo Tomás, aunque por las cosas de la vida tengo que recordarte como el más humilde y sereno Cristo de todos los que conforman la Semana Santa ciudarrealeña, y esa sencillez singular hace que te salgas de tu trono y con esa impostura  haces que sobre tu paso seas como un Padre valiente que haría cualquier cosa por sus hijos.

Conozco a los costaleros que te llevan, hermanos que te miman, que te mecen, que acarician el suelo con sus alpargatas. Pero fíjate si te digo que cualquier cuadrilla daría media vida por llevarte. De hecho, no olvides, que muchos de los que hoy no están fueron fieles puntales bajo tu canasto.

Difícil lo tienen tus capataces pues es difícil realzar más belleza de esa que tanto atesoras.

La Majestad sabe andar
Revirando en corazones
Haciendo que hasta un costal
Pueda aliviar los dolores

Mi Cristo camina dulce
Y ronea porque puede
Que si la calle es camino
Las heridas ya ni duelen.

Cuando pasa, para el tiempo
Todo cambia de repente
Las penas se sienten menos
Si el Señor viene de frente.

Es Cristo quien viene a mí
Y me atrapa en su mirada
Y la luna que es flamenca
Quiere alumbrarle la cara

Quiere quitarle esa pena
Quiere ensalzar su figura
Quiere endulzar su amargura
Con rayos de plata pura.

Si anduviste sobre el agua
En el mar de Galilea
Aquí son tus costaleros
Los que en sus cuellos te llevan.
Los que en su alma te guardan
Con costeros de emociones
Y chicotás de esperanza.

Los que Tú nombre pregonan
Sobrándole las palabras
Pues al compás del izquierdo
Mi Cristo en la calle manda

Esos que tienen la raza
Para seguir cada año
Esos que no tienen miedo
De llevarte a cada paso

Esos que acercan a todos
Al mejor de los nacíos
Esos que cada miércoles
Suspiran seguir contigo

Esos que al palo se abrazan
Como Tú hicieras un día
A esos que la fe les dice
Que Tú por amor morías.

A esos que aunque estén rendidos
Quieren seguir caminando
Pues la calle se hace corta
Y habrá que esperar otro año

A esos que con sus cuerpos
Hacen altares de gloria
A esos que cada año
Repiten tu misma historia

A esos hombres que con mimo
Llevan al Señor al cielo
Y son guiados por Él
Jesús, su mejor vocero


Esos que con impaciencia
Esperan el mes de enero
Para poder empezar
Y trabajar con esmero.

A esos que en esta tierra
Se les llama costaleros
El nombre les queda corto
Y Dios le buscó otro nuevo

Que allá por Santo Tomás
Donde la Virgen es Consuelo
A esos hombres ya por siempre
Dios los llama cirineos.

En estos días disimulo cuando alguien me pregunta porque me emociono tanto con las imágenes y tengo esa emoción contenida para no desbordar hasta enfundarme en mi túnica inmaculada. Quizás pienso que esas imágenes por este tiempo me descolocan, me sacan de quicio, donde mi vida se asentó hace tiempo. Sólo se puede hablar a estas alturas de Semana Santa ya, con algún confidente, al entrar en la penumbra de un templo en las tardes de cuaresma y enfrentarme con mis cristos y con mis vírgenes, los miro desde el otro lado del tiempo. Les cuento mis cosas, mis dudas, mis emociones, mis esperanzas. Ese silencio me relaja los pulsos. Ese momento es tan necesario que me lo tomo como una terapia, como una forma de reencontrarme conmigo mismo. En esos breves minutos no me siento solo, Se y siento que Dios es la suprema compañía, el calor que experimento cuando se acerca la imagen que mis colegas y amigos no valoran porque no comprenden lo que late bajo la aparente belleza de la madera…

Luego me enfrento con esa muchacha vestida de Reina por sus camareras. Entonces no hablo, regreso al momento en que la primera luz hirió mis retinas para siempre. Las palabras tropiezan con los cirios de su altar, mi razón se desnuda y se queda a solas con el misterio de la Flagelación, en un no se que, que queda balbuciendo.

Ni los fuertes temporales
Ni problemas ni incidentes
Nada impide mi regreso
Para ponerme de frente
Y ver tu cara morena
Tu porte y tu señorío
Y decirte con orgullo
Que eres el Padre Bueno
De este pueblo que es el mío…

Viene sangrando y herido
Su boca no dice nada
Si le miras a los ojos
Si te fijas en su espalda
Verás que sólo encuentras
La paz personificada

Porque el amor que nos tiene
Por sus manos lo derrama
Que ese látigo maldito
Se vuelve palomas blancas
Que den paz para este mundo
Que den alivio a las almas.

¿Porqué te atan las manos
Y te flagelan tu cuerpo?
Si en tus manos la alianza
Se llena de fundamento.

Y en tu sangre y en tu cuerpo
Nuestra fe toma sentido
Por ser Tú nuestro alimento
Pan de Vida y fortaleza
Santísimo Sacramento.

¿Porqué te atan las manos
Y te flagelan tu cuerpo?
Por eso te sigo hablando
Consciente de lo que siento

¿Porqué te atan las manos
Y el porqué de ese flagelo?
Quiero que mi rima suene
Al amor que te profeso.

Jesús, no tengo palabras
Cuando te tengo de frente
Mi boca quiere callarse
Y el corazón late tanto
Que el silencio no es silente.

Que tu cara me transporta
A tropel de gritos fuertes
A un decirte que te adoro
A un ruego de mil perdones
A un impulso de disculpas
Por pregonar tus dolores.

Y es que…


Mi flagelado al salir
No es hermandad, es plegaria
Parece una cofradía
Y es un revuelo de almas,
Los nazarenos son velas
Para ese barco de nácar…

Cuando en Ciudad Real
Se soñaba con su imagen
Marcharon para Sevilla
Con un encargo en los aires

Cuando en esta hermandad
Esperaban implorarte
Mandaron su petición
A los coros celestiales.
 Y ese sueño y ese anhelo
Que se esperaba distante
Fue buscando con premura
Un altar pa´cobijarte
Los hermanos encendían
Luminarias implorantes
Y su Padre de los cielos
Se acercaba para darles
Todo el cariño y consuelo
Con el Hijo de su Madre.

Ese Cristo flagelado
Que era la imagen del Padre
Iba impregnando el aroma
Del espíritu más grande.
En su peana plateada
Fue presuroso a posarse
Aquí en Santo Tomás
Junto a un Consuelo que es Madre.

El Señor de la Bondad
Que por gracia de su Padre
Apareció entre las calles
De su barrio aquella tarde.

Que se quedó impregnando
A su barrio de bondades
De aquel regalo del cielo
Que Fernando hizo con arte.
Que supo anclar su deseo
En este barrio cofrade
Calando en los corazones
Con su dulzura de Padre.

Golpes de gubia labrados
Entre aromas celestiales
Que el cielo quiso que fueran
La Bondad en los altares
El regalo de una nueva
Imagen que nos ampare
Llena de sueños forjados
En sus plazas y sus calles.

Cuando aquí en Santo Tomás
Te esperaban los altares
Mandaron desde los cielos
Los aromas cuaresmales
Y ese aroma fue llenando
Las casas y los portales
Rebosando la bondad
Que con tus manos repartes.

Trajeron a Ciudad Real
Un ajuar para mimarte
Jarras y candelería
Por regalos celestiales
Y unas potencias de plata
Que tu cabeza realcen,

Rayos de soles grabados
Como eternos tatuajes
En los costeros valientes
Que custodian tus andares
Rebosando la bondad
Que con tus manos repartes.

La salvación de los cielos
Que nos dejó aquí tu Padre
Soñó un paso valiente
Que se enreda por tu talle.
Y fue marcha enamorada
Ascua de luz cimbreante
Faja, costal, manigueta
Reto pa´ los capataces.

Y fue costalero en el palo
Y corazón anhelante
Y devoción engarzada
En tu cuerpo cimbreante.


Y una esquina suspirando
Y una plaza que se abre
Y una voz rota y quebrada
Que está llamando en la calle.
Y fue culto de cuaresma
Y pregoncillo anunciante
De la fe que está grabada
En tu boca suspirante.

Salida y pregón soñado
Esplendor en tus altares
Deleite para sus hijos
Que se acercan a rezarte.

Y surcando cada calle
Recorriendo sus esquinas
Buscando donde quedarse
Vio conseguido su anhelo
Cuando a Pío doce llegaste

Este barrio pinturero
Se iluminó en ese instante
Las espadañas valientes
Lanzaron toques al aire
Y tos´ tus hijos cofrades
Suplicaban a su Padre
Que llegase pa´quedarse
Y así calmarle sus males.

To´ los cirios encendían
Sus llamas chisporroteantes
Y Tú pobre pregonero
Se sonrojó vacilante
Admirando aquel milagro
Que el cielo hizo una tarde.

¡Ay Señor de la Bondad!
Que llegaste pa´quedarte
Te trajimos a la tierra
Que te esperaba una tarde.

¡Ay Señor de la Bondad!
Venimos a suplicarte
Que te quedes con nosotros
Y nos libres de los males.

Tu porte de señorito
La razón de mis afanes
Y una nueva singladura
Para tu amor a raudales.
Esta tierra tan manchega
De corazones cofrades
Te aclamará como Padre
Y Hermano en sus altares,
Y te llamarán Jesús
Bondad que regala el Padre
Para sus crisos morenos
Y sus querencias cabales,
Y serás de Ciudad Real
El resplandor en sus calles
El faro que bien alumbra
Sus duquelas y pesares.

¡Ay Señor de la Bondad!
Luz de los cielos cabales
Estandarte del amor
Que te rebosa a raudales
Camino de salvación
De la gloria de mi Padre
Y salud de los enfermos
Que Tú me pones delante.

Tu Madre se maravilla
De la bondad que repartes
Cuando eres flagelado
Por nuestras culpas mortales.

Tuya será toa´ tu gente
El miércoles por la tarde
Cuando el barrio de Pío doce
Se haga sudario en tu talle,
Y tuyo será el clamor
De este pueblo suplicante
Que irás llenando de gloria
Cuando lo tengas delante.


Y si alguna vez a solas
En tus ojos se te escape
Un presagio de tinieblas
Al ver tus hijos delante
Aquí tienes el aliento
Que yo vengo a regalarte
Como un suspiro de sueños
Para tus ducas mortales,
Este suspiro es tu barrio
Repechando en tus andares
Y desde el palo te reza
Siempre su mismo mensaje
Que eres su Padre bendito
La Bondad que bien repartes
Su querido Padre Bueno
Que los protege a raudales
Lirio tronchado de pena
Eres fuente y estandarte
De este barrio de Pío doce
Que te tiene como Padre.

VI.- PROMESA NAZARENA.-

Promesa de un atribulado cofrade en un momento de desconcierto, a ciegas y sin esperar nada a cambio lo acompaña descalzo un miércoles santo hasta regresar al guardapasos.

Así es la fe, inexplicable, y así es esto de sencillo, una promesa a los cielos y a caminar tras un Cristo, porque creo que Cristo vive entre nosotros, creo en su imagen humanizada a través de la historia, creo en las cofradías que saben mostrarnos a Dios y creo en Ti, Moreno de Santo Tomás, Morado Lirio del jardín de Gasset, Manchego Redentor, Soberano Fervor, Dueño Tu del sol y de la luna, Señor del Tiempo, Ciudad Real Toda entera flagelada sobre una columna de fe.

Creo desde entonces en Ti, Padre mío, porque humana es la vida por la arcilla, creo en Ti, Señor apoyado, maniatado y paseado con garbo por tu magnífica cuadrilla.

Creo en Ti porque llenas mi vacío
Tu gobiernas poder y señorío,

Flagelada espalda sobre tu canastilla
Creo en ti morena seguidilla

Vencedor de mi eterno escalofrío
Si Tú quieres
mi voz será tu canto

y la ofrenda
que en Ti se deposita
amparo como entonces
 de mi llanto.

Tu sabes que mi fe,
 te necesita

por eso ese miércoles
tan santo
vuelve siempre
y espérame
al salir con tu cuadrilla.

¿Os acordáis mis hermanos
Hace ya un montón de años?
Que me dijeron un día
Aquellos buenos cristianos
Que nuestro Cristo te quiere
Que si quieres tu mimarlo.

Que si quieres y te atreves
En tus manos lo dejamos
Y yo respondí que sí
Sin saber y sin pensarlo.

Y casi sin darnos cuenta
Pasan veinticinco años.

¿Te acuerdas Tú, Nazareno?
No salías de tu barrio,
 salías del guardapasos
 que cobija a tus hermanos.

Y aquella primera vez
Que mis manos te tocaron
Fue a golpe de cariño
Muy cerquita de tu  barrio.

¡Me parecía mentira!
¡Creía estar soñando!
Y nos fuimos esa tarde
Calle Goya hacia Alarcos.

Y recorrimos las calles
Yo, nervioso, Tu a mi lado.


De vuelta, de madrugada
Con los cuerpos ya cansados
Todos mis temores, todos
Se me fueron esfumando.

Y en ese primer miércoles
Descubrí, ¡Cómo negarlo!
Junto a Ti yo descubrí
Cosas que no he olvidado.

Descubrí como te quieren
Tus hijos de hábito blanco
Y descubrí que te quiero
Que eres mi mejor aliado.

Y cuando nos recogimos
Y mirándote extasiado
¡Me parecía mentira!
¡Creía estar soñando!

¿Y te acuerdas Tú, Jesús
Cuanto y cuanto trabajamos
Por hacer tu canastilla
Orgullo de mis hermanos?

Porque Tu, mi fiel amigo
Tu mi Cristo desahuciado
No mereces otra cosa
No mereces más agravios

Te mereces lo que tienes
La dicha de haber logrado
Que toda una juventud
Quiera seguir a tu lado.

Y cuando cada cuaresma
Llegábamos por tu casa
Y venía gente nueva
Buscando túnica blanca,

Y luego cada miércoles
Cuando buenos costaleros
Se metían bajo tus andas
¡Me parecía mentira!
¡Poder seguir a tus plantas!

El año que no salimos
¡Cómo poder olvidarlo!
Tantos corazones rotos
Mientras Emilio iba hablando,

Que se quedan en su casa
Que no podemos sacarlos
Este, sin poder hablar
Y todo el mundo llorando.

Pero todo tiene premio
Todo tiene relicario
Todo tiene recompensa
Todo se va superando.

Y con el correr del tiempo
Llegó nuestro aniversario,
¡Casi rozamos el cielo,
Dos veces en un solo año!

Ha venido toa´ tu gente
Y todos ya se han volcado
Porque nadie pretendía
Faltar a tu cumpleaños.

Y hasta quisieron traerte
Muy cerquita de tu barrio
Dieciséis de septiembre
Pa´ cubrir tu itinerario.

Y  Tú lucirás triunfante
Sobre ese paso tallado
En ese paso misterio
Con tu cuerpo flagelado.

Sobre un monte de claveles
Con sayones y romanos
Te presentarán al pueblo
Que ya espera entusiasmado.

Gracias a la generosidad
De cofrades y de hermanos
Que quisieron acudir
 Para echarnos una mano.


Y mi Cristo no irá solo
Se posará sobre el suelo
Y paseará con amor
 a los sones de la banda
que  también lo acompañó
el último  miércoles  santo
cuando a la calle salió.

Y los niños que empezaron
Conmigo hace tantos años
Siguen con el mismo amor
Siguen hoy junto a tu paso
Siguen con las mismas ganas
Que los que han ido llegando.

Y es que son tantos, Señor
Que es que no puedo nombrarlos
Pues se me quiebra la voz
Tan solo con recordarlos.

Porque ellos son los hombres
Aquellos niños de antaño
Que subían hasta el cielo
En ese paso cuadrado
Que se tornó por amor
En galeón repujado.

Son con los que te venero
Y con los que voy logrando
Que me parezca mentira
Que crea estar soñando.

Y aquí y ahora te pido
A Ti, Señor Soberano
Las fuerzas que me hagan falta
Para seguir a tu lado.

¡Déjame poder seguir
Déjame seguir gozando
Déjame seguir contigo
Déjame seguir soñando

Déjame que no te deje
Y aunque pasen muchos años
Poder ser tu nazareno
Muy cerquita de tu paso.

VII.- LA MADRE DE DIOS.-

Tengo un hermano en la Flagelación que poco a poco me fue acercando a Ella, me dio junto con sus camareras la oportunidad de conocerla de cerca, en la intimidad tuve el honor de vestirla muchas veces durante mis años de MIR. Me inculcó y contagió el amor que le profesaba…

En ese momento comprendí que sólo eres una…

Vives en mi corazón
Palma, Prado y Esperanza
África te llamo yo
Y eres Consuelo de amor
Al llegar Semana Santa.

Yo, ni que decir tiene, tenía mi corazón cerca de mi Cristo, eran muchos los momentos de intimidad cuando estaba en la casa de hermandad de la calle Goya, pero cuando por fin se unieron en los altares, los momentos fueron entrañables, cómo olvidar aquellas largas noches de montajes de cultos.

En fin, que decirte, quiero agradecerte que me la presentaras en la intimidad de su capilla, y llegara a descubrir a mi Madre dedicándote estas palabras, querido amigo Alfredo…

Por su nombre la conocen
Por su nombre y su belleza
Porque es la Madre Dios
Divina Abogada Nuestra.
Porque es la Flor de Pío doce
Que florece en primavera
Porque es la Reina de un barrio
Que la adora y la respeta,
Porque el dolor la hace guapa
Porque Dios quiso escogerla
Para que fuera su Madre
Por su humildad y pureza.


La perfección tiene un nombre
Y hechura de gran doncella
Y si no la conocéis
Y si queréis conocerla
Acercaos a su capilla
Y allí, preguntad por Ella
Que si buscáis a María
La que está de gracia llena
Allí todos la conocen
Allí todos la veneran
Y no la llaman María
Allí ella es Consuelo a secas.

Tus candelabros de cola
Tus cirios y tus claveles
Cuentan que eres la más bella
De los espacios celestes
Pregón de todo tu barrio
 Donde supremos pinceles
Colorearon tu mirada
Serena, dulce y doliente.

Llevas veinticinco años
Señora de mis quereles
Bendiciendo a tus hijos
Que tan cerquita te tienen.
Eres Reina del amor
Y con mi Bondad por siempre
Estás tan cerca y tan lejos
Que nunca puedo tenerte
Pues nunca pude esperarte
Como el resto de la gente
Para dejarme atrapar
En el clamor de tus redes.

Mi penitencia, Señora
Fina espada que me hiere
Es caminar junto a Ti
Cuando la tarde anochece
Y llevar un antifaz
De pensamiento silente
Que me acerque un poco más
A tus hijos penitentes
Alguna vez, Virgen mía
Mi oscuridad penitente
Se inundó de sinrazones
Que llevan dudas de muerte
Las dudas que nos enseñan
El agüita de otras fuentes.
Las dudas que hay que vencer
Para estar contigo siempre
Pero Tu, mi Madre buena
En mi recuerdo te metes
Y en el amor heredado
De tantos y tantos fieles.

Y así sigo caminando
Como lo haré eternamente
Soñando que Tú me esperas
Soñando ser quien te espere
Reina de todo Pío doce
Refugio del sol fulgente
Vuelvo a ver como no estás
Como de lejos me tienes
Implorándote el deseo
De tu gracia permanente
De soñar tu paraíso
Donde te alaban por siempre
Tú sabes bien que mi gloria
Solo desea una suerte
Y es la de llegar a ti
Si así Dios me lo concede
Vistiendo túnica blanca
Y esperando que me enseñes
Aunque solo sea una vez
La paz que tus ojos tienen.

VIII. A MIS HERMANOS QUE SE HAN IDO.-

Y quiso el Aliento de Dios suspirar hondo desde su cielo manchego. Fue tan profundo su Espíritu, tan ronco, tan grande en su desmedida intensidad, que su estruendo quedó grabado en todo Pío XII.

Aquellas cuaresmas en Ciudad Real fueron diferentes, los corazones se desalmenaban en una tristeza infinita.

Llevamos toda la vida diciéndolo al rezar. Sabemos que será tiempo de tinieblas. Que necesitaremos hacer acopio de toda la fe madurada durante los años que Dios haya tenido a bien regalarnos. Pero la última súplica del Avemaría, “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, repetida una y mil veces, será elevada desde nuestros labios hasta tu altar eterno apenas nuestra luz comience a declinar y necesitemos más que nunca tu auxilio como Madre y Señora de tus hijos desconsolados.


Y vosotros, amantes devotos de Ella, que habéis superado dolores, angustias, decepciones, pero también habéis visto brillar la luz de la alegría, recordad que cuando os llame Dios por medio del destino, habrá una Madre junto a vuestro lecho que os regalará toda la Esperanza que cabe en el mundo, y que por sus mejillas caerá, aunque nadie pueda verla, una lágrima por tu último suspiro.

Invoca entonces su nombre, siente tu medalla en el pecho, porque de su mano cruzarás por última vez el triunfal cortejo de la carrera oficial de tu vida y te acogerá en sus manos en la gloria junto al Padre Eterno.

A la memoria de Juan Carlos y Marcelino, hermanos que llegaron al seno de la Hermandad junto con Nuestros Sagrados Titulares y prematuramente realizaron su Entrada Triunfal en la Jerusalén Celestial...

Cuentan que San Pedro estaba
Cuidando el cielo una tarde
Sentado en sillón de nubes
Sacando brillo a sus llaves

En la puerta de las almas
Canturreaban los ángeles
Rubios como las candelas
Ceniza y plata sus trajes,

Era una tarde tranquila,
Pues no había llegado nadie
Y una esencia de jazmines
Coloreaba los aires,

De repente y entre brillos
Se vio la sombra de alguien
Que llegaba al paraíso
Buscando santo hospedaje.

San Pedro los vio venir
Puso cara de importante
Y se ajustó sobre el pecho
Su ropón color granate,

¡Bienvenido seas al cielo
Nada temas, no te alarmes!
Y relléname estos folios
Que debo matricularte.

¿Cómo se llama, hermano?
Yo, mire usted,  Marcelino.
Y Juan Carlos mi compadre,

Somos dos hermanos buenos
De Bondad, como Nuestro Padre.

¿Cómo que sois de Bondad?
¿Qué nombre es ese, de ángel?

San Pedro miró pa’rriba,
Les miró tó’ su semblante
Y dijo, está bien, hermano
De la Bondad por tu Padre.

¿Cuéntame, de dónde vienen?
De Ciudad Real, Santo Padre.

¿De Ciudad Real, la manchega
En la que Prado es mi Madre?

Sí Señor, de Ciudad Real somos,
Donde el sol renace un día
Cuando ÉL viene por delante
Cada vez que la alegría
Le gana el pulso a los males.

Cuando vayáis para arriba
Que os guarde Dios para siempre
De maldades y mentiras

Que os guarde siempre en el Reino
De la Paz y de la Vida,
Donde ganáis con esfuerzo
Ese pan de cada día.

Pasaréis a la otra vida
Cruzando la calle Larga
Que desemboca en sus ojos
Puros como la albahaca

Dejaréis atrás las penas
Y las penumbras amargas
Que te hicieron ver la niebla
Con guardabrisas de plata

Mira la estrella lejana
Que brilla por la muralla
Como los ojos benditos
Con que Consuelo miraba


Aferraos a su memoria
Buscad la luz de su cara
Y llamad la que es la nave
Y fue siempre Capitana

Cruzad el río de la vida
Y veréis a  la llegada
Que allí se encuentra la Virgen
Media luna y saya blanca
Sobre un palio de fervores
Que los varales enmarcan

Señor, que aquella tu Luz
Nunca falte en la semilla
De aquel que siembra y recoge
Plegarias en tu capilla,

Y no te olvides, Señor
De llevarlos de la mano
De enseñarles el camino

Que estos humildes Hermanos
Cuando les llegue la hora
Como cofrades cristianos
Griten a los cuatro vientos
¡Dios mío, qué orgullo siento
Porque soy un nazareno
Que va directo pal’cielo!

Y por eso con desvelo
Guarda estos hombres buenos
Que al llegar la primavera
Fueron blancos nazarenos     
Que acompañaron con cirios
A su Cristo con cariño.

Por eso dice San Pedro
Con to’ la esencia del arte
Que suban ya con sus alas
Ascendiendo por los aires

Y por eso mis amigos
De la mano de su Madre
Hoy tienen un sitio en la gloria
A la derecha del Padre.

IX.- LA SALIDA.-

Y todo esto seguirá ocurriendo cada inicio de la primavera y nos impregnará el alma de muchos y buenos recuerdos todo el año, ya que cuando sale el pertiguero rodeado de ciriales y va anunciando con gracia que Dios ya sale a la calle, se ve entre la penumbra una columna que es soporte firme y seguro de Dios Todopoderoso…

El nos bendice con arte con la luz de su mirada y retira con sus manos la soga de nuestras almas…

Y el alma henchida. Cofradía de plazuela y parque, de caramelos y bullicio de niños. Cofradía de tarde y abuelos, cofradía de tarde de sueños cumplidos. Y día grande de barrio y hermandad. Cofradía de largos días de espera refugiados en la casa de hermandad, en las calles y en el guardapasos, que esa tarde abra sus postigos para dejar volar una vetusta mirada, que, entre la penumbra busca la paz de sus ojos dulces y serenos y sus manos delicadas.

Para entender esto hay que imaginarse en la tarde del miércoles de la semana más corta del año, aquella que tanto tarda en llegar y que tan pronto se nos escapa entre los dedos del sentimiento.

Porque es una jornada de contrastes, de reencuentros, de capirotes blancos y sandalias negras, de cíngulos y rosarios, de elegancia nazarena.

Y así llegaréis a impregnaros de una plena seriedad. Porque todo esto es muy serio. Y esto se sabe bien aquí. Aquí con esto no se juega. Porque en esta hermandad se toman las cosas tan en serio que, hasta del inocente juego de unos niños agarrados firmemente a sus cirios tras la Cruz de Guía, se sabe que nació este maravilloso sueño blanco del miércoles santo…


Al llegar la primavera
Llegando el miércoles santo
Mi Cristo sale a la calle
Flagelado y maniatado.
Va derramando Bondad
Por donde quiera que pasa
Y bendice la ciudad
Al llegar Semana Santa.

Mis hermanos cuentan ya
Las horas para salir
Y derramar bendiciones
Del capirote al fajín
Ese fajín colorao
Que se tiñe sin querer
Con las gotas que derrama
Su espalda el flagelo cruel.

¡Ay Señor de la Bondad
Que señorío sobre el paso
Y que humilde tu vas
Seguido por tu caballo!

Tus hermanos te acompañan
En un cortejo sin fin
Que del guardapasos sale
Y llegan a Camarín.
Allí la Reina del Prado
Se asoma para gozar
Viendo como su Hijo Santo
Viene y va en la revirá.
Te acercas pasito a paso
Gateando o de costero
Y tu Madre te acompaña
Dándonos todo el Consuelo.
El consuelo de sus ojos
Y sus manos que nos cuidan
Y protegen de los males
To´ al que sus plantas se inclina.

Al llegar a la Merced
Ya te espera la ciudad
Para contemplar con fe
Tu soberbio itinerar.

Ay, Señor de la Bondad
Que humildad y que señorío
Vas derrochando al pasar
Escoltado por tus hijos.

No tendremos que esperar
Que llegue el miércoles santo
Para verte pasear
Mecido sobre el canasto,
Pues el sábado que viene
Te podremos contemplar
Flagelado y maniatado
En ese barco sin par
Que es tu paso de misterio
Que tendremos que acabar
Para que luzcas soberbio
Derrochando tu Bondad.

Al llegar el miércoles santo
Volverás a pasear
Pero ya tu Madre buena
Si te podrá acompañar
Será veintiocho de marzo
Y te podrán contemplar
Todo este pueblo manchego
Que te aclama por igual
Que te quiere como un Padre
O un Hermano de Bondad
Que mira siempre por ellos
Cuando está en Santo Tomás.

Llegarás a Santiago
Y te podrán saludar
La Virgen de los Dolores
Y el Cristo la Caridad.

Y en frente, en el convento
Las hermanas cantarán
Las canciones de Sor Ángela
Y en su puerta pararás.
Pararás pa´ que te recen
Y admiren la Bondad
Que derramas por la plaza
Y que ellas repartirán
En cada casa que velan
Los ancianos, sin faltar
Cuidando también sus niñas
Alegrándote al pasar
Con sus cantos y alabanzas
Chicotá tras chicotá


Te irás poquito a poco
Dejando el convento, ya
Embebido en tu hermosura
Rebosante de Bondad.
Y las hijas de Angelita
Esperarán pa´ rezar
A tu Madre del Consuelo
Llegando la madrugá.

Esa madrugá del jueves
Cuando de vuelta Tú irás
Buscando ya las Terreras
En tu largo itinerar
Y de costero a costero
Y volviendo a rachear
Tu paso se irá acercando
Buscando ya su final
Recogido el guardapasos
Para volver a soñar
Para volver a soñar
Con todo un año de espera
Y poderte contemplar
Rodeado de la marea
Que te espera ver pasar
Bendiciéndole las calles
Y derrochando bondad.

X. EPÍLOGO. –

Ahora, Hermanos, ya cercano al final del pregón sólo me queda pediros disculpas por haber tenido la osadía de presentarme ante vosotros con la vieja túnica de mis recuerdos y el fajín gastado de mis emociones.

Proclamar en voz alta el privilegio de haber sido hermano durante años y dar gracias a Dios por haberme regalado la posibilidad de vivir..., eso que se vive enfundado en una túnica. Maravilloso e inexplicable, para quien ha tenido la suerte de sentir en su piel esos momentos de cansancio y gloria, se hace difícil asumir que hay que esperar un año para volver a sentir la gloria entre nosotros. Porque es cierto que cada cuaresma vuelves a escuchar en tus sueños los gritos de tu túnica; y parece que puedes hablar con ella, hasta que al final recuperas la cordura, y la razón y el corazón vuelven cada uno a su sitio. Y, entonces, Virgen Bendita del Consuelo es cuando vuelvo los ojos a TI para agradecerte los años vividos junto a tu persona. Y para agradecerte también que ya no pueda estarlo, pero sí tenerte presente en los momentos más importantes del año cofrade.

Vuelvo los ojos a Ti, Virgen Bendita del Consuelo, como lo hago ahora al final de este pregón para agradecerte que me hayas dado palabras para exaltarte. Vuelvo los ojos a Ti, como lo hago siempre, para agradecerte todo, mi vieja medalla, mi túnica blanca, el ejemplo de mis padres, el apoyo fiel y constante de Beatriz, mis niños, por Dios, mis niños..., mis torpes versos, mi voz quebrada. Vuelvo mis ojos a TI, Virgen Bendita del Consuelo porque sé que mientras pueda mirarte no me faltará la Luz, y mientras Tú me mires, de alguna manera seguiré estando contigo...

Que no me falte, Señora
La Luz de tus ojos vivos
Ni el fuego de tu mirada
Ni tú consuelo Bendito,
Ni el amor que hay en tus manos
Y en tus lágrimas de vidrio.

Que no me falte, Señora
Ni tu aliento, ni tus mimos
Que no hay sendero que ande
Si Tú no vienes conmigo.

Yo a cambio quiero ofrecerte
Este trabajo sencillo
Este pregón flagelado
Que a la postre sólo ha sido
Un trozo del corazón
Un soplo de llanto escrito
De este nazareno viejo
Que no puede estar contigo.

Más te seguiré teniendo
Porque hay múltiples caminos

En el dolor de mis manos
En la ilusión de mis hijos
En la fuerza del cofrade
En lo incierto del destino,

En mi capirote blanco
En el sendero indeciso
En la alegría de la vida,
En el llanto contenido,

En mi trabajo diario
Y en tu saya de oro fino,
En lo bueno y en lo malo
En lo humano y lo divino.


¿A dónde quieres que vaya
Si no me llevas contigo?

¿A dónde voy Madre Mía,
Si sin TI soy como un niño
Al que hace falta una mano
Para dar unos pasitos?

Puedes tener por seguro
Que aunque no viva contigo
Te llevo en el corazón
Porque aquel que ya lo ha sido         
Sigue siendo flagelado
Hasta el final del camino.
...Ya pasaron los minutos
Por este atril que desgarra
Y dejé delante tuya
Lo mejor de mis plegarias…

No te apartes de mi lado
No me mires con recelo
Mira por mi, Madre mía
Desde el balcón de los cielos

Que bien yo aprendí que eres
De los males de los niños
La más hermosa enfermera
Junto a mi Madre de mi alma
Camina mi vida entera
Que ya mis Avemarías
Sólo por Consuelo rezan
Soy tan de tu amor bendito
Que mis notas romanceras
Se visten de nazareno
Cuando recito poemas

Tu eres mi Madre, consuelo
La que por siempre me espera
La que media en mis pecados
La que me da nuevas fuerzas
La que va en mis ilusiones
La que guardo en la cartera

La que trabaja conmigo
La que está siempre a mi vera
La que ha estado en mi pregón
La que siempre estará cerca
Y algún día Virgen mía
Ojala Dios no lo quiera
De tu nombre me alejase
Y de tu nombre me fuera
Sino volviera a mirarte
Y a rezarte no volviera
Yo te suplico Consuelo
No me lo tengas en cuenta.

No te apartes de mi lado
No me vuelvas la cabeza
Arrópame suavemente
Con tu manto de princesa
Y despacio, muy despacio
Vuelve a llevarme a tu puerta
Porque allí quiero quedarme
Hasta que falten mis fuerzas
Hasta que tu Hijo disponga
Que me vaya de esta tierra.

Y cuando parta, Señora
Sólo una cosa quisiera
Que me lleven junto a Ti
Porque aunque verte no pueda
Quisiera verte en el cielo
Quien tanto te amó en la tierra
Llevadme ante mi Consuelo
Y en la capilla pequeña
Entonarle las plegarias
A la Reina de esta tierra
Llevadme ante mi Consuelo
Y aunque mi carne esté muerta
Vestidme de nazareno
Cuando traspase sus puertas
Gritaré ante mis despojos
Muy cerquita de tu vera
Bendita sea mi Consuelo
En los cielos y en la tierra.

Hermanos de la Flagelación, seguid cumpliendo vuestro sueño, nunca tiréis la toalla si se os cierran las puertas, sabed que vivimos tiempos difíciles y no está bien visto ser cristianos y mucho menos cofrades, nunca abandonéis vuestro cofrade empeño. Seguid reforzando la gran familia y vuestra ilusión cofrade, repartid esta tradición de padres a hijos, de abuelos a nietos, sed generosos con la fe que se os ha regalado.

Estamos de enhorabuena, otros veinticinco abriles vienen llamando a la puerta. Es hora de darnos un abrazo de felicitación, porque es un orgullo y una satisfacción vivir estos momentos rodeados de los nuestros.


Todo se va cumpliendo, los cirios parpadean con una luz renovada. Te espera Ciudad Real ya, Señor de mis sentimientos. Te espera para admirarte, para empaparse de tu evangelio, para rezarte y aclamarte en su alma...

Haz de nosotros tu imagen y semejanza, haznos cofrades capaces de decirle al futuro, que sigues existiendo, haz de esta hermandad la roca firme donde se edifique el templo de tu Espíritu por siempre.

Señor TÚ lo has sido todo
Desde el momento primero
El por qué de mi existencia
El sentir del nazareno.

Has crecido con mis ansias
Con mi orgullo, con mis ruegos,
Pero siempre por delante,
Siendo el camino certero.

Primer punto de partida
Primer amor cofradiero
Devoción que se ha forjado
En el Divino Mortero
Donde se funden las penas
Por el amor verdadero...

Tu verdad, Señor de mi alma,
La verdad del costalero
Que sin nombre ni apellidos
Por los años de lo eterno
Han cargado con tu esencia
Defendiendo ese evangelio,
De pasión y atardecida
De oraciones y de rezos,
A los pies de tu capilla,
Compartiendo algún secreto,
Hablándote sin temor
Señor de Bondad y Consuelo
Como el que habla a su Padre
En un abrazo perpetuo.

Todos han sido valientes
Padre bendito del pueblo
Han proclamado su fe
Que es el amor de tu encuentro,
Por Ti han luchado sin tregua
Han batallado el sustento
De la razón de la vida
Alfa, Omega, y Dulce Encuentro.

No dudaron en tu nombre
Ni negaron como Pedro,
La voz de sus corazones
Gritando a los cuatro vientos:

Ciudad Real  es mi tierra
Soy de la Bondad y Consuelo.

No acabarán con tu nombre
Señor de mis sentimientos
Tu poder se hace más fuerte
Cada vez que un padrenuestro
Se posa entre las astillas
Que van formando tu cuerpo.

Esos labios que te rezan,
Con el calor de un Te Quiero
Son los que van desplegando
Las velas de tu velero
           
El amor que nos regalas
Sigue siendo aquel perpetuo
Que a cambio de una sonrisa
Abre puertas y universos
Con la gloria enarbolada
Sin rencores y sin miedos.

Por los siglos de los siglos
Van tus manos sin remedio
Enseñando el paraíso
A quien te sale al encuentro.

Qué bendición para el alma
Venga a nosotros tu reino
Siendo hijos de la historia
Que te llevó en sus adentros
Con un valor que no cabe
En lo inmenso de tu templo.

Ese valor que se mide
Sin la medida del tiempo
Aquel sin hacer ruido
Que va minando en ejemplos
De caridad compartida
De consuelo y alimento.
           

Así son estos cofrades
Señor de mis sentimientos
Orgullosos de su nombre
Levantando con esfuerzo
Con esa pasión cofrade
Que ya no tiene remedio
Cuando se escapa en los labios
Las letras del Padrenuestro.
Qué bendición para el alma
Ser hermano en tu misterio
Quererte con valentía
Y defenderte sin miedo.

Qué bendición para el alma
Ser de la Bondad y Consuelo

Con ÉL se escribe la historia
Del corazón de este pueblo
Separarlos no es posible
Van de la mano sus centros
Por eso rezan dos veces
Por eso claman sus templos
Por eso rugen las olas
Acordes de amor eterno.

Señor de amores vencidos
Forjados a fuego lento
Devoción de caridades
Mendigando aquel sustento
Del que se bebe las ducas
De los hijos de su pueblo.

Ay Padre de eternidades
Predicando en el desierto
Qué bien responden tus penas
Al dolor de mis tormentos.

Qué bendición para el alma
El bautismo de tu acento
Ese amor que nos regalas
Al calor de tu misterio
Cobijando gloria pura
Hasta el fondo de los huesos

Qué bendición para el alma
Ser de la Bondad y Consuelo.
Den o no las diez en punto
En los relojes del tiempo...

Este amor va más allá
De lo que cuenten los viejos
De lo que digan los años
Esperando por tu pueblo.

Y no hay mejor bendición
Ni camino más certero
Que aquel que lleva a la gloria
Galopando los senderos
Fundiendo a coro las penas
Con aquel Verbo Primero.
Ese que dice su nombre
Ese que clama a los cielos
Y es cristiano y es cofrade
De la Bondad y el Consuelo.

Y es que ya lo sabes Padre que…
 
Que no te lo quita nadie
Porque tienes Tú, Señor
La vida de Ciudad Real
Bien ceñida de tu talle.

Eres la Luz de la Villa
De su Prado y de sus calles
Y la alegría del cielo
Cuando les curas sus males.

¡Y eso, Jesús Padre Bueno
Ya no te lo quita nadie!

Que no te lo quita nadie
La gracia de las abuelas
Cuando vienen tempranito
Para en silencio rezarte.

Que no te lo quita nadie
Los pétalos que florecen
En ese paso de arte
Y en el mecío de tus andas,
Crujío de cabotajes.

Que no te lo quita nadie
La multitud fervorosa
Que espera pa´ venerarte.


Que no te lo quita nadie
La noche y la madrugada
Los amaneceres malvas
Entre besos de azahares
El pelo enredao en tu cara
Cuando vienes, ¡qué locura!
Pasando por la Merced
En la tarde que renace.

Que no te lo quita nadie
Jesús Bueno de mi alma
Las velas siempre encendidas
Arrimadas a tu talle.
Tantas flores ofrendadas
Y esos pies ya gastaitos
De besarte y de besarte.

Que no te lo quita nadie
El amor de tus cofrades
Cofrades de toa´ la vida
Trabajando, siempre en vela
Para tenerte y cuidarte.

Que no te lo quita nadie
Que, aunque no lo reconozcan
Todos, la Villa entera
Cofrades y no cofrades
Nativos y forasteros
Y el mundo que aquí viniera
Y, con solo contemplarte
Te reconocen, señor
Vencedor de las duquelas
Legendario baluarte
Y, aun mucho más que eso
Si que no te quita nadie
Haber calmado las aguas
Multiplicando los panes
Y curando a tantos ciegos
Que no querían mirarte.

Por eso, por todo eso
Por fin la Villa proclama
Y lo dejo por escrito
Pa´que no lo olvide nadie
Que Tu eres, Padre Bueno
El puntal que nos sostiene
El aire de nuestro aire
El perfume de la vida
Y el hombre más soberano
Tú. Más manchego que nadie.

Tú eres mi Padre Bueno
Precursor del mundo entero
Nuestro Hermano y Nuestro Padre
El Señor y buen manchego.

¡El Señor y buen manchego
Y eso ya, Lirio del cielo
Eso, Jesús, Padre Bueno
Ya no te lo quita nadie!

Por ti, Señor de Bondad
Que me llevas de la mano
Y me trajiste a tu tierra
Para poder pregonar
Tu onomástica sin pena
¡Despierta, Ciudad Real!
El Espíritu de Dios
Te ha cubierto con su huella
Ahora tienes que ser Tú
La que pregone de veras
Preparando bien tus calles
Para acoger su realeza
Porque el sábado que viene
Volverá la primavera.

Y sin más ya me despido
No me salen más poemas
Tan solo quiero decirte
Que yo me quedo a tu vera.

Agarrado a tu columna
De tus plantas me despido
No permitas que tu pueblo
Caiga nunca en el olvido
Permite que esta hermandad
En la que tienes tu nido
Sea fuente de salvación
Para este pueblo escogido.


Ay, Señor de la Bondad
Con que verdad tus cofrades
Te acertaron a llamar,
Tú que bajaste a este mundo
Por salvar la humanidad
Y redimir con tu cruz
Y protegernos del mal
Que sanaste a los enfermos
Que multiplicaste el pan
Predicaste tu mensaje
De amor, de luz y de paz
Tú, que tu cuerpo y tu sangre
Ofreces al comulgar…

Tú que nos diste a tu Madre
Desde el leño del madero
Ella que guía nuestros pasos
Reina de tierra y del cielo
La que alienta nuestras vidas
La que atiende nuestros ruegos
La que sabe los secretos
Y todos nuestros anhelos
La que enjuga nuestras penas
Con su amor, dulce pañuelo
Y con razón la llamaron
Nuestra Madre del Consuelo.

Consuelo de nuestras vidas
Consuelo de la verdad
Consuelo de nuestras almas
Consuelo de Ciudad Real,
Hace veinticinco años
Nos quisiste regalar
Un Cristo que nos protege
Maniatado en el altar.

Y es que…


Eres Hijo de una Rosa
Que es Consuelo de mi alma
Eres el agua Bendita
Que purifica las almas
Eres la vela encendida
Que nunca se nos apaga
Eres refugio seguro
Aunque los cielos se abran
Eres el verso perfecto
Donde riman las plegarias
Eres eco de una fragua
Hecho de saetas gitanas.
Eres viejo pergamino
Donde rubrica la gracia
Eres puro sentimiento
Guardaito en una estampa
Eres timón de mi nave
Llena de sal plateada
Eres la vida que nace
Cuando la vida se acaba
Eres norte y eres sur
De mi Madre Soberana
Eres dueño de mi gente
Sus promesas y plegarias.

Eres bullicio del miércoles
Cuando doblan las campanas
Eres sabor a canela
Cuando besamos tus plantas.
Eres barroco suspiro
Cuando por Terreras pasas
Eres mecío de arte
Sobre tu trono que avanza.
Eres música gloriosa
En partituras sagradas
Y quien da luz a mis ojos
Cada día por la mañana.

Y eres Tú, porque lo eres
Lo mejor de nuestra casa
Y eres la imagen de Dios
Cuando tu pueblo te aclama

Eres mi Cristo triunfante
Padre Bueno de mi alma
Pues con pronunciar Bondad
Sobran todas las palabras.

He dicho.