jueves, 9 de octubre de 2014

TEXTO DE LA CONFERENCIA ADVOCACIÓN Y LETANÍA CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS


El hermano sacerdote de la Cofradía, D. Juan Alberto Ramírez Avilés, impartió la conferencia “Advocación y Letanía Consuelo de los Afligidos”, el pasado 23 de septiembre en el salón de actos de la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva. A continuación reproducimos el texto de la citada conferencia.

CONSUELO TERMINO BÍBLICO APLICACIÓN MARIANA-ECLESIAL

El término hebreo para DAR CONSUELO o consolación  proviene de la raíz nhm, que significa en primer lugar respirar profundamente, gemir y, en sentido causal, “hacer respirar”, hacer recuperar el aliento en una situación de dolor, de miedo (como en el caso de los hermanos de José, aterrorizados ante su presencia, Gén 50,21). Consuelo es ayudar a una persona deprimida, maltratada, rota hasta el punto de no ser capaz de recuperar el aliento, a respirar nuevamente. La etimología hebrea hace hincapié en este aspecto físico-psicológico de la consolación: volver a respirar, sentir alivio. Los términos griegos parakaleo, paraklesis subrayan más bien la acepción de alentar, exhortar, sostener, confortar a los que sufren. La animación y la exhortación nos hacen sentir, efectivamente, la solidaridad, nos ayudan a vencer la soledad, nos confortan, nos consuelan.

El consuelo es anunciada por los profetas como una característica de la era mesiánica (Is 40,1) y debía ser traído por el Mesías (Lc 2,25). Consiste esencialmente en el final de la prueba y el comienzo de una era de paz y alegría (Is 40,1s; Mt 5,5).

Pero según el NT, el mundo nuevo existe ya en el mundo antiguo, y el cristiano, unido a Cristo, es consolado justamente en el momento más duro de su sufrimiento (2 Cor 1,4-7; 7,4 y Col 1,24). Este consuelo no se recibe pasivamente; es simultáneamente alivio, animación, exhortación (conceptos expresados por una sola palabra griega, paraklesis). La única fuente de la consolación es Dios (2 Cor 1,3.4) por medio de Cristo (2 Cor 1,5) y de su Espíritu (He 9,31), y el cristiano debe comunicarla (2 Cor 1,4.6; 1 Tes 4,18). Entre otras causas de consolación el NT cita el progreso de la vida cristiana (2 Cor 7, 4.6), la conversión (2 Cor 7,13), la Escritura (Rom 15,4). La consolación es fuente de esperanza (Rom 15,4). Los ricos tienen su consolación en la tierra (Lc 6,24), mientras que Lázaro, el mendigo, es consolado en el seno di Abraham (Lc 16,25).

Algunos aspectos del término bíblico Consuelo

El Paráclito Aliento como Persona en el seno de la Trinidad.


 En el Evangelio de Juan el término “dador de consuelo ” se aplica especialmente al Espíritu Santo, llamado “paráclito, defensor, abogado”. El término está tomado del lenguaje jurídico y designa a alguien que se pone de parte del acusado para ayudarle a defenderse, y ésta es sin duda una función de consolación, de apoyo (Jn 14, 16-17. 26; 15,26; 16,7). Si se piensa en las inmensas dificultades a las que debían hacer frente los primeros discípulos al dar testimonio de Jesús en un mundo hostil (Juan representa esa lucha con la figura de un proceso judicial), se comprende que solamente apoyados por este “abogado” divino pudieran sobrevivir. La asistencia del Espíritu se expresa en la comprensión de la verdad (16,13) y en dar testimonio de Jesús (15,27). En 1 Jn 2,1 se usa, en cambio, el término “paráclito” aplicado a Jesús.

Consolación - tribulación (2 Cor 1, 3-7)

Este texto nos resulta familiar porque constituye la segunda lectura de la fiesta de la Consolata. Los términos consolar-consuelo aparecen diez veces en cinco versículos. Pablo juega con la oposición consuelo-tribulación (las pruebas, las persecuciones, las tentaciones del apostolado y la tribulación son los dolores del parto, la tribulación de la era escatológica). No hay vida cristiana y apostólica sin sufrimiento, que es estar asociados a la pasión de Jesús. La solidaridad con la pasión es garantía de la participación en la victoria. El apóstol puede soportar las tribulaciones y consolar a los otros porque él  es confortado, sostenido y consolado por Cristo.

1 Tesalonicenses – carta de consolación

La primera  carta a los Tesalonicenses es, cronológicamente, la primera de las que escribió san Pablo y que han llegado hasta nosotros. Puede ser considerada en su totalidad una carta de consuelo. Pablo tuvo que dejar prematuramente la recién nacida comunidad de Tesalónica (He 17,1-10) y estaba preocupado –él que se sentía madre (1,7) y padre (1,11) de aquella comunidad– porque temía que las tribulaciones la hicieran sucumbir. Y es entonces cuando envía desde Atenas a Timoteo a confortar (3,7) a la comunidad y tener noticias de ella. Cuando Timoteo alcanza a Pablo en Corinto llevando buenas noticias de la iglesia de Tesalónica, Pablo se siente aliviado (3,11). El tema de la consolación recorre toda la carta. Pablo, preocupado, trata de consolar y apoyar a la joven comunidad enviándoles a Timoteo. Los tesalonicenses son motivo de consolación para Pablo por su perseverancia en la fe.


  (Propongo leer el capítulo tercero para disfrutar de las relaciones de afecto entre Pablo y los tesalonicenses y la consolación mutua).

En 1 Tes 4,3-18 la catequesis sobre la suerte de los difuntos es una consolación (4,18) que supera a la desolación (4,13) de quien no tiene esperanza. Este es el motivo de que Pablo pueda concluir  diciendo: “consolaos mutuamente con estas palabras”. El misionero es agente de consolación cuando anuncia el kerigma de la fe y de la esperanza cristiana.

Bernabé, hombre de la consolación

Los apóstoles asignan un nombre nuevo al chipriota José: “Bernabé, que significa hijo del consuelo, alguien que  infunde ánimos” (He 4,36). Aunque esta etimología sea algo extraña e incierta, el nombre describe muy bien a este hombre de la primera generación cristiana, según la fotografía que de él hacen los Hechos.

Bernabé aparece en escena en el momento de poner a disposición de la comunidad lo conseguido por la venta de un campo (Hechos 4,36-37). Es él quien introduce a Saulo en la comunidad de Jerusalén (9,27). Cuando inesperadamente llega a Jerusalén la noticia de que ha nacido una comunidad cristiana en Alejandría entre los paganos, es a Bernabé a quien se le invita a darse cuenta de lo que está sucediendo (11, 22), y él, hombre abierto y capaz de proyectos, “anima” a la joven comunidad a proseguir y seguidamente lleva a cabo quizá la acción más importante de su vida: va a Tarso en busca de Saulo (que se había aislado un poco de los demás) y le acompaña a Antioquía. En esta comunidad Saulo hará su año de preparación o “stage” misionera antes de comenzar sus grandes viajes misioneros (11,25-26).

Compañero de Pablo en el primero de esos viajes (He 13-14), Bernabé será testimonio con él de la fe de los paganos en el concilio de Jerusalén (15,2.12). La última aparición de Bernabé en los Hechos es su litigio con Pablo a  causa de Marcos (15,37-39). El hombre que anima siempre quiere dar al joven Marcos una segunda oportunidad se juega su amistad con Pablo en defensa de este principio-estilo de vida que le caracteriza.


 Hombre capaz de desprenderse de sus bienes, totalmente al servicio de la comunidad, atento a los demás, especialmente los abandonados a su suerte, Bernabé sabe ver en los otros los gérmenes del bien y animar su iniciativa. Hombre, asimismo, equilibrado y siempre en busca del entendimiento, no retrocederá cuando se trate de ofrecer una segunda oportunidad a Marcos. ¿Pueden todos estos detalles perfilar un estilo de misionero de la consolación?

Para la reflexión a la luz de la Escritura

- Reflexionando sobre Bernabé, hombre del consuelo y de la animación de los demás, ¿cuáles son los aspectos que pueden inspirar mi vida cristiana y cofrade hoy?

- Consuelo-tribulación (2 Cor 1,3-7): ¿Cuál es el fundamento del consuelo en medio de las tribulaciones de la fidelidad hoy a la vocación cristiana como bautizados ?

- Consuelo-exhortación: ¿Estoy convencido de que infundir ánimos y ofrecer apoyo y estima son parte importante de mi estilo de vida con la comunidad cristiana y en la familia cofrade?

- Consuelo-evangelización: ¿Son para mí fuente de consuelo en medio de los sufrimientos de la sociedad actual el anuncio y el testimonio del Evangelio?

- Consuelo-abogado: En mi compromiso de promoción de la justicia, ¿experimento la fuerza y la consolación que provienen del Espíritu?

MARÍA EXPRESIÓN MATERNA DEL CONSUELO DE DIOS A SU PUEBLO

María, aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de Jesús, y abrazando la voluntad salvífica de Dios se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la persona y a la obra de Jesús, sirviendo al misterio de la Redención con Él y bajo Él, por la gracia de Dios omnipotente. Los Santos Padres consideran a María en la Redención no como un mero instrumento pasivo, sino como una cooperadora a la salvación humana por la libre fe y obediencia (L.G. 56).

Así como María es cooperadora de Cristo en la obra de la Redención, también es junto con su Hijo mediadora y consoladora. En las letanía marianas la llamamos "consuelo de los afligidos". Dice el Concilio Vaticano II que María, una vez recibida en los cielos, "continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión, los dones de la eterna salvación (...) Por eso la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora, lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite, ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador" (L.G. 62).


 María es "signo de esperanza cierta y consuelo para el pueblo de Dios peregrinante" (L.G. 68).

En varios momentos aparece María en los Evangelios dando consuelo y esperanza a los que estaban con ella. Por supuesto en el Nacimiento del salvador fue consuelo para su Hijo, para San José y para todos los que se acercaron o contemplarlos y ver las circunstancias tan precarias en las que había nacido.

Más adelante la vemos siendo consuelo para aquellos recién casados que se les había acabado el vino (Jn 2, 1-11). En el momento de la crucifixión María fue de un gran consuelo para su Hijo en la cruz: "Junto a la cruz estaba su madre", nos dice San Juan (Jn 19,25).

Se condolió vehementemente con su Hijo y se asoció con corazón maternal a su sacrificio. Pero no sólo fue consuelo para su hijo sino para todos los que habían sufrido y estaban desorientados con la muerte de Jesús, sobre todo para sus discípulos y por eso estaba todos esos días orando con ellos. "Todos ellos, nos dicen los Hechos de los Apóstoles, perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" ( Hch 1,14).

Por ello invocar a María como Consuelo es para que los hermanos practiquen la virtud del consuelo. Dar consuelo a los hermanos que lo necesiten y a todos los afligidos y desconsolados de nuestra sociedad que son muchos: enfermos, prisioneros, ancianos, huérfanos, parados, difamados, matrimonios separados, inmigrantes africanos... De esta forma, Nuestra Madre y Señora del Consuelo no será sólo una advocación vacía de sentido sino llena de vida por las buenas obras, haciéndonos nosotros "co-fratres " esto es "hermanos-con" aquellos que sienten la desolación para que nuestra vivencia cristiana en su plenitud sea consuelo identificándonos con Aquel que es consuelo del hombre por su misión mesiánica.