sábado, 25 de enero de 2014

TERCER Y ÚLTIMO DÍA DEL TRIDUO EN HONOR A MARÍA SANTÍSIMA DEL CONSUELO



Concluye hoy a partir de las 18:30 horas, el Solemne Triduo de la Cofradía en honor a María Santísima del Consuelo que al igual que estos días se inicia con el rezo de la parte del Santo Rosario correspondiente. A continuación se hace el ejercicio del Triduo como sigue:

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DIAS

Virgen dolorosísima, sois el Consuelo de los cristianos: acoged la súplica de un pecador que os ama tiernamente, honra de un modo especial, y pone en Vos la esperanza de su salvación. Yo os debo la vida, vos me volveréis a alcanzar la gracia de vuestro hijo; sois la prenda cierta de mi salvación. Os pido, Señora, que me libréis del pecado, disipad las tinieblas de mi entendimiento, alejad de mi corazón los efectos terrenos, reprimir las tentaciones de mis enemigos y dirigid mi vida conforme a la ley de Dios, y dadme la gracia que necesito para hacer con fruto este ejercicio, siendo para gloria tuya y provecho de mi alma. Amén.


CONSIDERACIÓN

Virgen del Consuelo: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste cuando supiste de la  injusta flagelación de Jesús, siendo la suprema  inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos
           
(Pídase la gracia que se desea obtener mediante este Triduo)

Para conseguir las gracias que hemos pedido se rezará un Padrenuestro y siete Avemarías en honor de los siete dolores de la Santísima Virgen.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh, Virgen del Consuelo, aurora resplandeciente del Divino Sol de Justicia, Consuelo de los afligidos, salud de los enfermos, vida, refugio y amor de nuestras almas. Por lo que padeció vuestro corazón de Madre, al ver preso y flagelado como criminal a vuestro inocente y amadísimo Jesús, y por los dolores y lágrimas que os costó nuestra Redención, comprada con la preciosa sangre de el Hijo de Dios, que era, a la vez, vuestro hijo, os rogamos miréis con ojos de misericordia a los que venimos a vuestros pies, para ofreceros nuestros corazones. Acoged benigna nuestras súplicas, alcanzadnos las virtudes que debemos tener para servir y amar Dios; bendecid nuestros campos, nuestras casas y nuestras familias. Llenad de paz y alegría nuestras almas, y pues sois nuestra vida, nuestra dulzura y nuestro Consuelo, haced Madre mía, que por vuestra poderosa intercesión descansemos de los trabajos de la vida en la patria celestial. Amén.